Las 'Mata Hari' soviéticas, capaces de "entrar en una izba ardiente" y más



Verónica Proskurnina

Moscú, 6 mar (Sputnik).- Las mujeres rusas con capaces "de detener a un caballo que galopa a toda velocidad y de entrar en una 'izba' ardiente", aseguró a mediados del siglo XIX el poeta ruso Nikolái Nekrásov en un poema.

La estrofa del poema se ha convertido en una frase célebre, cuya veracidad las mujeres rusas, sobre todo aquellas que les tocó vivir en la época soviética, han tenido ocasión de demostrar, haciéndose cargo de las labores más duras y de profesiones que antes eran asequibles solo para los hombres.

La labor de espionaje no es una excepción, hasta el punto que actualmente se considera una esfera en la que las mujeres resultan imprescindibles.

"Los especialistas coinciden en que las mujeres son más observadoras que los hombres, tienen una intuición más desarrollada y son más minuciosas", reconoce el coronel retirado Vladímir Antónov, experto del museo del Servicio de Inteligencia Exterior de Rusia.

Para el oficial, , las representantes del sexo femenino son más quisquillosas, y, según un refrán anglosajón, "el diablo está en los detalles", así que eso les da una gran ventaja.

Pero hay algo más en las mujeres rusas que las convierte en verdadera joya en manos de los servicios secretos, y es su físico, algo que reconoce no solo Antónov sino muchos en el mundo, como en el caso de la famosa espía holandesa Mata Hari.

El historiador pone como ejemplo de belleza, inteligencia y precisión a la legendaria África de las Heras, "española de nacimiento y posteriormente nacionalizada soviética", una mujer que comenzó a colaborar con la inteligencia de la URSS en 1937, durante la guerra civil de España y más tarde se trasladó a la Unión Soviética.

La inigualable mujer, conocida por su seudónimo Patria, trabajó casi 20 años en calidad de agente secreta, y al volver a la URSS se dedicó a la formación de personas capaces de tomar el relevo en esa importante labor.

La espía vivió en México y Uruguay, donde participó en operaciones importantes de los servicios secretos.

África de las Heras falleció el 8 de marzo de 1988, a los 78 años, y fue enterrada con honores militares en un cementerio de Moscú. En su lápida, junto a su nombre, aparece grabada la palabra 'Patria'.

Para el escritor Raúl Vallarino, la jerarquía de esa agente secreta "se mide en las más de 10 medallas que recibió durante sus años como agente, incluida la Orden de Lenin, la segunda condecoración más importante de la Unión Soviética".

ALGO MÁS QUE ESPOSAS DURANTE LAS MISIONES SECRETAS

El Servicio de Inteligencia Exterior de Rusia reconoce el gran aporte de las mujeres en su labor, ya bien mediante la participación directa en operaciones especiales o gracias al apoyo que brindaban a sus esposos mientras ambos residían en otros países.

En 2020 esa organización conmemora un siglo de su existencia y, por primera vez en la historia, hizo públicos los nombres de siete exagentes ilegales en otros países, entre los que figura la coronel retirada Tamara Netiksa, nacida en 1949.

Netiksa, que vivió entre 1978 y 1998 en América Latina junto con su esposo ya fallecido, Vitali Netiksa, Héroe de Rusia, reveló que durante los 20 años que pasó en el continente americano se vio obligada a hablar con su marido y sus dos hijos en español, lengua que ambos dominaban a la perfección.

"¡Mientras trabajábamos en el extranjero, Talik y yo no nos dijimos en todos esos años ni una sola palabra en ruso!", asegura la exagente secreta.

Netiksa recuerda acto seguido que, no obstante, una vez sí que dijo una frase en ruso sin darse cuenta, pero eso sucedió justo al inicio de su labor, cuando vivía en casa de una familia latinoamericana.

"Fue la única vez en mi vida que, antes de dormir, en lugar de decir en español 'buenas noches', pronuncié en ruso 'spokoinoi nochi', pero no pasó nada, nadie se dio cuenta", reveló.

La coronel retirada considera que lo sucedido impidió que en adelante ella cayera en el mismo error, y gracias a ese hecho dejó de hablar en ruso del todo, incluso cuando se encontraba a solas con su marido.

Entre los momentos difíciles de su vida en el extranjero la exespía menciona, en particular, la imposibilidad de preparar platos rusos, incluso en los días festivos, para que sus hijos y quienes los rodeaban no llegaran a sospechar nada.

Netiksa explica cómo fue que sus hijos por fin conocieron el borsch, una sopa de remolacha y col muy popular en Rusia, algo que ocurrió gracias a unos vecinos.

"Había una familia viviendo en nuestro edificio, se suponía que eran rusos, aunque no sabían en ruso ni una palabra, y la mujer cocinaba borsch. ¡Una vez nos trajo ese borsch para que lo probáramos!", advierte.

A la hija de Netiksa le gustó mucho aquella sopa, pese a que " estaba fría", y más tarde la chica le pidió que preparara borsch.

De esa manera, si alguien preguntaba a Tamara por qué en su casa se cocinaba ese plato ruso, ella siempre podía decir que había sido la vecina quien le dio la receta.

La agente secreta, que practicó ballet en su infancia, decidió incluir en su leyenda la historia de que había sido discípula de la gran bailarina cubana Alicia Alonso.

Años más tarde, durante su vida en otro país como espía, una conocida de Netiksa la invitó a ver a la famosa bailarina, que estaba de gira.

"Ella me recibió, me abrazó: '¡Anushka, mi alumna preferida!", recuerda la exespía, agregando que conocía bien los problemas de la vista de Alicia Alonso, y por eso ese encuentro no provocó el fracaso de toda su misión.

Por el contrario, de esa manera la agente secreta logró además confirmar públicamente una parte de su leyenda.

Otra leyenda del espionaje ruso femenino es Goar Vartanián, apodada Anita, fallecida en 2019 a los 93 años de edad, quien trabajó como agente secreta en el extranjero junto con su marido, Guevork Vartanian.

Anita fue una de las espías del grupo de agentes soviéticos que en 1943 frustró el plan nazi de asesinar a los dirigentes aliados —el soviético Iósif Stalin, el británico Winston Churchill y el estadounidense Franklin Roosevelt— durante la Conferencia celebrada en Teherán.

Según el historiador ruso Nikolái Dolgopólov, después de la II Guerra Mundial el matrimonio Vartanián operó durante unos 30 años en Italia, Francia, Grecia, Suiza, Alemania, EEUU, Japón, la India, China, Siria, el Líbano y otros países.

"Anri y Anita: Guevork y Goar Vartanián. ¡Él, Héroe de la Unión Soviética! ¡Ella, la heroína de todos sus logros!", rezaba el comunicado del Servicio de Inteligencia Exterior de Rusia, publicado con motivo de la muerte de la legendaria agente secreta.

ELENA FERRARI, ESPÍA Y POETA, LLEGA A LA PANTALLA DE TELEVISIÓN RUSA

El próximo 9 de marzo, el canal televisivo ruso Zvezda estrenará una serie titulada 'La leyenda de Ferrari', dedicada a una de las primeras agentes secretas soviéticas, Olga Golubóvskaya, conocida como Elena Ferrari.

En la serie rusa el papel de Ferrari correrá a cargo de la actriz Olga Pogódina, y los autores del guion se tomaron la libertad de agregar a la historia a un poeta que nunca existió, y que supuestamente estaba enamorado de la joven y hasta llegó a escribir algunos de sus poemas.

La escritora y poeta realmente vivió en los años 20 del siglo pasado en París y Berlín, donde se relacionó con muchos representantes de la bohemia rusa, entre ellos escritores Maxim Gorki, Víctor Shklovski y Vladíslav Jodasévich.

Su labor consistía en recoger información sobre los emigrantes rusos y las personas que los rodeaban.

Más tarde, al regresar a la Unión Soviética, Golubóvskaya fue víctima de la ola de represiones que tuvo lugar en los años 30.

La exespía soviética fue arrestada a causa una denuncia falsa, el 16 de junio de 1938 fue condenada a pena capital y fusilada.

En 1957, la exagente, cuyos versos aparecen publicados en la antología "Cien poetas mujeres del Siglo de Plata", fue rehabilitada a título póstumo.

LA RADISTA DE '17 INSTANTES DE UNA PRIMAVERA' EXISTIÓ EN LA VIDA REAL

Como es sabido, el autor de '17 instantes de una primavera', Yulián Semiónov, utilizó materiales de los servicios de inteligencia rusos al escribir la novela y la radista Katy, muy conocida gracias a la serie del mismo nombre, tuvo un prototipo real, la agente secreta Ana Kamáeva.

La espía rusa trabajó en el extranjero junto con su marido, Mijaíl Filonenko, muchos rasgos del cual heredó Stirlitz, el personaje creado por Semiónov.

Después de la II Guerra Mundial los Filonenko, haciéndose pasar por emigrantes de Checoslovaquia, viajaron a China, para más tarde emigrar a EEUU y a América Latina.

Según el coronel retirado Antónov, Ana Kamáeva-Filonenko garantizó el acceso de la URSS a los documentos secretos del Pentágono, pero junto con ella se puede mencionar además a Galina Fiodorova, Elena Kósova, Elena Cheburáshkina y muchas mujeres más.

"Cien años de la historia de nuestros servicios secretos mostraron la importancia de la participación de las mujeres en su trabajo, y por eso es evidente que en el futuro ellas seguirán realizando un aporte importante en la labor de garantizar la seguridad y defender los intereses de Rusia", asegura el oficial. (Sputnik)

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